domingo, 27 de agosto de 2017

Cómo combatir un problema sin combatirlo

El gobierno en México se especializa en combatir los problemas de la forma más irracional posible. Si alguien quiere saber cómo hacer para que el mundo crea que intentamos resolver un problema sin resolverlo realmente, es seguir las metodologías de acción mexicanas, tan absurdas como jamás podría pensarse.

El gobierno mexicano tiene cruzadas de combate al narcotráfico, de combate a la pobreza, a la delincuencia, etcétera, etcétera. A la sazón, las acciones para atacar dichos males se resumen en una sola cosa: combatir las consecuencias de los problemas, no los problemas.

Crestomatía: http://www.starmedia.com/
Obrar así, pensar así, es digno de un pensamiento inmaduro como el del gato que intenta alcanzar la luz que nosotros reflejamos con un espejo en el muro o contra el piso. Si el gato fuera un poquillo menos lo que es, un animal, a los 3 segundos dejaría de perseguir la luz reflejada y seguiría las huellas volviendo sus ojos a nosotros, la causa del engaño.

Pues eso mismo, el gobierno mexicano, tan incapaz como un animal, en vez de volver su vista a las causas del narcotráfico, de la pobreza y la delincuencia, persigue inútilmente los efectos de estas cosas. Y, evidentemente, así jamás logrará erradicar nada; como nunca lograremos evitar que el agua deje de escaparse de la manguera poniendo cubeta tras cubeta en vez de cerrar la llave.

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Sin duda, es natural e inevitable contar con un cuerpo policial tal que pueda combatir los efectos de la delincuencia, por ejemplo, pero detrás de ello debe existir el verdadero combate, la verdadera lucha contra el problema: terminar con las condiciones en las que se incuban los delincuentes, a saber, la pobreza y la falta de oportunidades.

El método a seguir para llevar a cabo esta verdadera lucha, este combate que va sobre las causas y no los efectos, se llama educación. El Estado mexicano debería crear escuelas de todo tipo para todas las personas, y asegurarse de que éstas asistan. Francisco Martín Moreno lo dice bien en La disculpa: una escuela hoy es una cárcel menos mañana..., una escuela hoy, es muchos pobres menos el día de mañana.

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